lunes, 13 de febrero de 2012

Igualdad... ¡por los cojones!

La lucha por la igualdad en esta península de enemistades perpetuas resulta una cosa descompensada, zafia y hasta obscena. Los complejos y el miedo a decir las cosas claras nos llevan a hacer el ridículo en cada decisión igualitaria que tomamos. 
Es algo razonable y obligado reconocer la igualdad de la mujer en todos los ámbitos de nuestra vida, faltaría más, pero llevo un tiempo en el que me planteo si en estos momentos soy yo, por ser hombre, quien está ahora en desigualdad; resulta que al montar un hombre una empresa no recibe ningún tipo de ayuda vinculada al simple hecho de ser hombre, sin embargo una mujer sí. Será que los jóvenes masculinos de este ordenado país deben tener más dinero y posibilidades que una mujer emprendedora. 
La publicidad, muy a menudo convertida en atalaya de juicios y punto de mira de los "istas", resulta que callan deliberadamente cuando aparecen anuncios que ridiculizan la figura del hombre, que no es que me moleste de manera personal, pero esos anuncios a la inversa dejarían puestos vacantes de algún creativo; simplemente considero que si se aboga por la igualdad, ésta debe ser real, ya que los tratos de favor hacia cualquier sector social genera, habitualmente, tremendas injusticias y desigualdades.
No me gustaría que el título de este artículo fuese una realidad: en el equilibrio de la balanza se encuentra la inteligencia y la igualdad real.

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