lunes, 26 de marzo de 2012

Vivir como gallinas

Sin duda ha comenzado una era próspera para el mundo avícola. A partir de ahora, las gallinas gozarán de más espacio para combatir su estrés con la entrada en vigor de la nueva ley de bienestar animal. Sin duda es una gran noticia, pero si rizamos el rizo la cosa es algo escandalosa. Sería idílico pensar que con el nivel de consumo que tenemos en occidente pudiesen vivir todas las ponedoras y pollos en verdes praderas de margaritas y olor a romero y lavanda, pero la realidad hace esto imposible. Y mientras, los humanos luchamos por conseguir vivir algo mejor que las gallinas, aunque en muchísimas ocasiones vivamos peor.
Resulta que comprar un pisito de unos 70 metros cuadrados en el centro de una ciudad es inalcanzable y en las afueras supera los 200.000 euros, es decir, una pareja normal que quiera perpetuar su especie con una criatura, tendrán que apañarse con algo más de 20 metros cuadrados por cabeza, claro que si la familia crece más, la situación se convierte en inviable con unos 17 metros cuadrados por alma sin descontar zonas comunes. Es decir, si comparamos nuestro tamaño y el de una gallina y los habitáculos en los que unos viven porque no queda más remedio y en el que viven otros porque la ley lo exige, tal vez nos daríamos cuenta que quedamos casi al mismo nivel. No se si podemos seguir pensando tanto en el bienestar animal cuando nosotros mismos aceptamos vivir en condiciones de semi-hacinamiento que no terminaremos de pagar en toda la vida. 
Espero que la próxima ley de bienestar mire también el nuestro y no sólo las gallinas vivan bien; volvemos a usar nuestra inteligencia para restarnos libertad. La paradoja del ser más inteligente.

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