miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sociedad, a veces me encantaría orinarte en los ojos

Considero que un buen medidor evolutivo social es la capacidad que tiene la sociedad de acercarse más a lo que se considera un ser humano que a un animal con instintos hitlerianos.
Me entristece volver a ver que la sociedad española es absolutamente franquista, déspota, dictatorial y opresora cada vez que protesta. Las SS reviven en cada huelga en forma de piquete trayéndonos a la memoria tiempos que ni siquiera hemos vivido muchos de nosotros. Qué paradoja, aquellos que en enrabietada protesta quieren convencer bajo el miedo opresor que dejemos de trabajar por un día, se creen abanderados de la libertad y de los derechos cuando en realidad son terroristas, Kale Borroka en estado puro.
Lo triste del asunto en cuestión, es que estos grupos violentos que empañan el sentido de la huelga y de la democracia no son mas que almas empobrecidas que se han convertido en armas del sistema sin ni siquiera darse cuenta. Pero esto es parte de la función circense de este país apoyada por politicuchos que se enarbolan en días de huelga porque son los únicos días que se creen apoyados multitudinariamente a pesar de que en las urnas la sociedad nunca les haya dado voz.
Yo, que soy tremendamente amigo de la generalización ya que de otro modo sería muy complicado analizar cualquier comportamiento, veo normal que en la sociedad española, empujada por años de mamoneo de empresarios vean en él un opresor que pone la espada de Damocles sobre cada uno de sus trabajadores para ganar más por menos, pero me llama la atención que esta generalización la haga precisamente quienes siempre piden que se mire de manera individual a cada caso. A ellos, a los incoherentes violentos, les diré que esa visión de Antiguo Régimen sobre el empresario no hace más que aniquilar más la idea de democracia. Creo que no hace falta hacer hincapié en que este país, a pesar de estar basado en el funcionariado, puede prosperar gracias a las PYMES, y me imagino, tal vez sea muy osado por mi parte, que muchos de estos manifestantes enfrentados sistemáticamente al empresario jamás se han aventurado a montar una empresa, y digo que me imagino porque si en algún momento se lo hubieran planteado se darían cuenta que las trabas constantes que desde el gobierno se ponen al empresario mediante papeleos e impuestos abusivos no hacen fácil crear tu empresa, por no hablar del riesgo económico que supone montar un negocio, de todos modos, aunque no lo parezca, este sigue siendo un país con libre mercado, de manera que cualquiera puede acceder a montarse un negocio para probar el placer de oprimir a trabajadores y de paso sentir cómo unos piquetes con ojos inyectados en sangre intentan calmar su desdén oprimiéndote para que cierres tu negocio a la fuerza; y más vale que lo hagas, de lo contrario estos nazis destrozarán tus sueños, tu esfuerzo y trabajo.
Y mientras los manipulados piqueteros hacen su ruta destructiva, ninguno de los sindicalistas perderá su día de sueldo por haber hecho huelga, ¿o será que ellos, precisamente ellos, sí que trabajaron durante la huelga?
Si Adam Smith se diese un paseo por la caricatura social española no dudaría en tocar la lira a la vez que ve como se quema con fuego purificador azuzado por él mismo, mientras que yo no dudaría en forzar una micción ocular en una sociedad de borregos fascistas que luego piden que los políticos no lo sean.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Mejor a tu lado

Hay días que ante un hecho heroico parece que una mano te agarra el corazón y te lo aprieta tanto que notas como se te hincha el gaznate a la vez que los ojos comienzan a hacer aguas. Notar esta sensación imagino que debe estar muy cerca de sentir la felicidad. 
En esta sociedad en la que vivimos sumergidos en nuestras banales realidades, muchas veces pasamos por alto que todavía estamos capacitados para sentir cosas de verdad, para sentir con hechos reales y no montajes televisivos, cinematográficos o de cuentistas del tres al cuarto que no se creen ni sus propios cuentos. La mala costumbre que hemos adquirido en los últimos años de sentir de manera superficial nos lleva a un abismo sentimental con fenómenos fan de lo más absurdo, mientras que nuestros héroes se encuentran más cerca de lo que nos pensamos pero nuestra necedad los ignora deliberadamente perdiendo así la posibilidad de aprender y de sentir.
Cuando una persona alejada del celuloide y de las historietas prefabricadas y enormemente cercana a ti te demuestra que es capaz de enfrentarse a retos duros que ni siquiera tiene necesidad de enfrentarse, pero que por evolucionar prefiere dar pasos hacia delante por duros que resulten y además superar, dominar y someter esos retos es cuando aparece esa sensación con la que comencé este artículo. Una sensación que solo puedes advertir si eres capaz de pararte a sentir y fijarte que tus héroes no están ni en revistas ni en pantallas, están, a veces, junto a ti; y es en este momento en el que sientes estar más cerca de la felicidad, sientes que una fuerza interior te impulsa y te dice: si tienes cojones hazlo, el mayor fracaso es no intentarlo. 
Aprender y sentir de verdad es imprescindible para el ser humano pero siempre es mejor si el héroe está mejor a tu lado.

Gracias por hacerme sentir en una época en la que cada vez hay menos tiempo para ello, gracias por mostrarme el camino de la felicidad y gracias por darme una lección que por mucho tiempo que invierta en explicarla no se entiende si no se vive.